The hate / El odio

Hate is passion
Hate is orgasm
It is a pain that force us to act
It´s a trigger, is fire spreading
while feeds and consumes everything in its way
It is energy capable of cross the line
Is action and reaction, more than just feeling or sensation
It is motivation, is impulse
Acceleration, vengeance, target, visualization, visceral, explosive
Pragmatic, real, absolute, unbreakable, unquestionable, irrefutable, invincible

Hate is one of the most beautiful feelings
I would dare to say it is the most beautiful
We shall not waste it whit anyone
Only with a few privileged ones

El odio es pasión.
El odio es un orgasmo
Es un dolor que nos obliga a actuar
Es un detonante, es fuego que se extiende
Mientras se alimenta y consume todo a su paso
Es energía capaz de cruzar la línea
Es acción y reacción, más que simple sentimiento o sensación
Es motivación, es impulso
Aceleración, venganza, objetivo, visualización, visceral, explosivo
Pragmático, real, absoluto, inquebrantable, incuestionable, irrefutable, invencible.

El odio es de los más  bellos sentimientos
Me atrevería a decir es el más bello
No debemos desperdiciarlo con cualquiera
Sólo con unos cuantos privilegiados.

Sus scrofa therianthropy

Capitulo 1

Amanecía soleado aquel martes, Christian despertaba despreocupado pues su jefe estaba de vacaciones y todos en la oficina aseguraban que podían flojear un poco esos días. Eran las 8 de la mañana, comúnmente despertaba a las 7, había ganado una hora más de sueño, aunque sabía que el trafico matutino no cesaría sino hasta pasadas las 10.
Aunque esa vez despertó sin sueño, prendió la cafetera como de costumbre, era tal la costumbre que incluso los fines de semana se levantaba y primero encendía la cafetera, muchas veces incluso antes de orinar.
La rutina de higiene diaria continúo su curso familiar, de la manera que siempre cumplía con el ritual completo; tan completo como cualquier obsesivo compulsivo. Después de encender la cafetera y orinar había que regresar a tender la cama, acto seguido regresar a la cocina por el café, tomarlo en su tasa favorita artesanal de su visita a la pequeña ciudad de Guanajuato, hace ya más de 3 años, las últimas vacaciones que recordaba.
Su café siempre iba servido cargado, y solamente con dos cucharaditas de azúcar, perfectamente medidas con dispensador de fórmula para bebe.
Después seguía la ducha larga y relajante, el agua muy caliente y el combo completo de champú, gel corporal, enjuagar, acondicionador, esperar los dos minutos y enjuagar de nuevo, ya fuera de la ducha, aún en el baño venía el aseo bucal meticuloso, la perfecta y pulcra rasurada de todos los días, la cual incluía también las cejas y los bellos de la nariz.
Mientras planchaba su traje daba sorbos a su café tarareando la música de su vecino, irónicamente era el único que se alegraba de tener un vecino ruidoso, puesto que además de asegurarse de despertar temprano podía disfrutar de rock contemporáneo todas las mañanas, que si bien no era su género favorito, era uno de ellos.
La corbata siempre iba hasta al último, a manera de amarrar todo el ritual en un perfectamente simétrico nudo inglés. Aquel martes en particular había decidido usar la corbata azul metálico de la cual se había enamorado hace ya casi 5 años en una venta de cochera.
Al sorber el último trago de café siempre volvía a la cocina para servirse un segundo, sólo que el segundo vaso era portable, el cual bebía durante el trayecto a la oficina cada mañana.
Christian no era para nada especial, su corte de cabello engomado perfectamente hacia atrás y su traje azul marino lo evidenciaban, por otra parte a pesar de su apatía nunca se sintió deprimido, no era tímido y podía llegar a ser divertido incluso. Ante todo era un sujeto serio y plano, podía ser tomado como el estereotipo estadístico de joven ejecutivo: un contador de clase media, soltero y apenas de 30 años, nada fuera de lo común, ni siquiera lo suficiente para deprimirse o quejarse.
Al salir de su casa volteó a la casa de la vecina a saludarla como de costumbre, olvidando por completo que salía una hora más tarde de lo habitual, por lo cual la acera de al lado estaba completamente barrida y la vecina ya no se encontraba. Sonrió un poco avergonzado por su olvido y subió en su auto para adentrarse al tráfico infernal matutino de la ciudad.
Aunque demasiado obsesionado con el orden había aprendido a soportar el caótico trayecto a la oficina cada mañana, sabía muy bien lidiar con las cosas que no podía manipular, una actitud un tanto mediocre había confesado alguna vez, pero según sus palabras: “Si no podía cambiarlo o le costaba demasiado trabajo hacerlo, ¿para qué tomarse la molestia? A veces es más fácil buscar la forma de sobrellevarlo que de cambiarlo.”
Y de esa manera había cultivado un gusto por la música en ondas alfa. Era su único pasatiempo: buscar, escuchar, evaluar y seleccionar la mejor música para relajarse mientras conducía al trabajo.
La hora extra de sueño y el saber que ese día se la pasaría perdiendo el tiempo en la oficina lo hacían sonreír y el auto tocaba una suave melodía de piano eléctrico cuando  decidió encender un cigarrillo, y aunque casi no fumaba solía tener siempre cigarrillos light a la mano, por si acaso.
Bajó la ventanilla a lo que el niño que vendía el periódico en el semáforo creyó fue un cliente más, Christian amablemente hizo una seña negativa y el niño siguió de largo su camino entre los autos detenidos en el semáforo.
Christian tomó el  encendedor y justo antes de usarlo quedó paralizado al sentir unas gotas tibias salpicando su mejilla desde su ventana. Debido a la música no había escuchado el golpe seco unos segundos antes, mientras el piano seguía su melodía calmada y la voz de Michael Andrews hablaba algo de un mundo vuelto loco, lentamente volteó la mirada a la ventanilla a medio abrir aterrándose al ver la mancha de sangre en esta.
Su cara torcía una mueca de asco, horror y sorpresa, su quijada caía lentamente mientras sus cejas subían cada vez más arrugando su frente, el sudor frio resbalaba muy lentamente por su cara mientras su corazón se aceleraba y su estomago parecía encogerse lentamente. Su mano izquierda aferrada al volante apretaba con fuerza aferrándolo con tal fuerza que le parecía imposible moverse, el cigarrillo cayó lentamente zigzagueando entre sus piernas, seguido por el encendedor que caía apagándose soltando un leve clic.
Al lado del auto se encontraba una sangrienta escena que a Christian le parecía de lo mas irreal, casi pudo reír de ello si no fuera porque lo presenciaba con sus propios ojos, junto a él estaba la grotesca criatura en cuclillas masticando estrepitosamente los restos del niño del periódico; la monstruosa criatura casi le sonreía, era de un color rosa pálido y de proporción robusta, en las piernas alcanzó a distinguir los restos de unos jeans como si la criatura hubiera sido anteriormente humana, sus pocos cabellos que cubrían casi todo su cuerpo brillaban en el sol de la mañana como mechas rubias, pequeñas cerdas doradas que le daban al monstruo la apariencia de estar chispeando brillo.
Lo más horripilantemente asqueroso era su cara, sus grandes orejas colgaban de los lados como dos pedazos de carne, su larga trompa se sacudía violentamente mientras masticaba, sus colmillos deformes salían por entre la boca casi hasta sus ojos, esos pequeños ojos negros hundidos casi hasta la mitad del cráneo, brillando con un salvaje odio directamente a los ojos de Christian abiertos como platos. ¡Era porcina! Una especie de mitad hombre, mitad cerdo en cuclillas frente a él devorando al niño del periódico, sosteniendo su delgado brazo como quien sostiene una gran pierna de pavo y la devora a mordidas. Debajo de esa monstruosa criatura estaba el resto del niño bañado en su propia sangre sosteniendo aun un puñado de periódicos en su otra mano. Christian pudo ver las manos mutadas de la criatura, parecieran una especie de pezuñas de puerco con los dedos menores invertidos en dirección opuesta, dándole la apariencia de garras de ave de rapiña.
Christian luchaba fuertemente tratando de lograr salir de su trance y poder pisar el acelerador, recién notaba en el breve silencio que antecede a la siguiente canción que la gente corría y gritaba por todos lados, de no haber estado paralizado hubiera podido girar en cualquier dirección y ver la variedad de criaturas porcinas atacando en medio del trafico matutino, pero no lo hizo, su miedo crecía y crecía y sus dientes temblaban tratando de conseguir mover su cuerpo, su mano derecha aún se encontraba a la altura de sus hombros, como si siguiera sosteniendo el encendedor o el cigarrillo, mientras la criatura masticando esbozaba una mueca que no cabía dudas era una sonrisa, sus ojos se encogieron todavía un poco mas mientras la sangre y los restos le chorreaban por el cuello resbalando en su  gran estomago, goteando levemente hasta caer al suelo. Fue esa malévola sonrisa la que por fin lo hizo reaccionar y aunque sólo habían pasado unos cuantos segundos Christian sentía que había sido un eterno suplicio. Finalmente logró pisar el acelerador mientras aún volteaba a su costado izquierdo, lo cual fue una lástima ya que de haber tenido la vista enfrente hubiera podido notar el auto vacio que se encontraba aún encendido enfrente de él. Al pisar a fondo el acelerador Christian chocó de lleno su Tsuru azul platinado pulcramente encerado en la minivan de enfrente. El impacto fue duro, seco, directo y contundente, Christian estrellaba su cabeza en el volante y antes de que pudiera darse cuenta o siquiera sentir el punzante dolor tuvo la bendición de quedar inconsciente, después sólo hubo oscuridad.